martes, 7 de julio de 2009

Capusotto, Lacan y un virus que anda suelto

Qué simpático resulta que algunos intelectuales piensen que en nuestra época se terminaron las ideologías. En realidad resulta todo lo contrario: hay más ideología que nunca. El asunto es que el proceso ocurre tan en nuestra cara, que ya no nos damos cuenta.

Tomemos por ejemplo algunos aspectos del virus de la Gripe A. Cuando íbamos a cruzar el milenio, tuvimos el problema de las fechas de las computadoras, muchos se acordarán de eso. Una especia de paranoia se apoderó del mundo, nadie sabía qué iba a pasar cuando los relojes dieran las 0:00 hs del primer día del 2000.

En aquel momento, yo trabajaba en sistemas y veía que en todas las empresas se estaban tomando medidas para evitar el desastre. Pero en muchas ocasiones, esos cambios que intentaban implementarse en los programas , generalmente de modo apresurado, eran los que realmente producían los desperfectos.

Algo similar ocurre con el virus de la Gripe A. No hay alcohol, ni barbijos. Es un verdadero problema! Hay que suspender las clases y los teatros, las salidas, los bares, los abrazos y los besos.

La reflexión post paranoica en el año 2000, luego de comprobar que nada había pasado, fue si no habría existido algún interés escondido, económico o político que se benefició directamente con la instalación del miedo. Y por supuesto que así fue.

Lo mismo podemos decir de la Gripe. Hay básicamente 2 tipos de personas: están los que creen en la peligrosidad del virus, y hacen todo lo que escuchan para protegerse. Y están los que en realidad no creen que sea verdad y lo toman como una maniobra de los gobiernos para esconder algún negocio sucio.

Quizá de los dos, la segunda clase sea la peor. Porque aún desde una distancia focal suficiente como para dudar de la verdadera peligrosidad del virus, actúa como si realmente algo fuese a ocurrir.

Es muy irónico que el virus se llame A, porque indefectiblemente recuerda al objeto pequeño a de Lacan. Pues justamente la Gripe A es un excelente ejemplo del objeto a lacaniano.

Es en éste nivel que funciona la Ideología. Hacemos algo en lo que no creemos, pero como si lo creyésemos realmente. Ésta operación elemental de la creencia legitima todo el proceso social. La vida se organiza alrededor del “desperfecto”, del mismo modo que el psiquismo individual requiere al objeto a para darse consistencia.

No es que el virus en sí mismo no produzca una enfermedad. Sí, la produce. Hay personas que incluso se mueren. El problema NO ESTÁ en las características del virus. La pregunta correcta sería POR QUÉ NECESITAMOS UNA EMERGENCIA para dar a nuestro sistema consistencia.

Quizá el mejor ideólogo del momento sea Capusotto. Si uno escucha sus desopilantes programas de radio parodiando a los medios de comunicación, diciendo: “Hay un muerto más! En un país serio mataríamos a todos los cartoneros” etc., etc. nos reímos y pensamos: realmente que disparate el mundo en que vivimos! Todo lo que dicen los medios es una pura mentira! Son sólo marionetas al servicio de intereses ocultos, económicos, políticos. Luego retomamos nuestra vida y obramos exactamente como se pretende,, esto es, como si todo eso fuese verdad, aunque en realidad no creemos en ello.

La advertencia humorística, la parodia, la caricatura, lejos de servir para alertarnos, funciona exactamente al contrario: consolidando nuestra posición ideológica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario